A lo largo de su estancia en la remota residencia, Ana se familiariza cada vez más con los métodos idiosincrásicos de Holden que requieren que los artistas participantes abandonen sus propias identidades y vivan emocional y psicológicamente como sus personajes. Cautivada por su investigación artística, Ana se sumerge de lleno en el método y empieza a vivir como Violeta, hasta que su ficción pierde el control.